LA IGLESIA  ABANDONADA  DEL  LLANO

Esta es la historia de un  hombre que vivía solo y era conocido por el nombre de Laureano Bastos, quien no tenía a ningún familiar vivo, se encontraba solo en la vida, su mayor pasión era el trabajo de su hacienda en los llanos de San Fernando en el propio corazón del Arauca, la tierra que más amaba.

Pero cualquier indicio de actividad fantasmal lo podía encoger de miedo, y más si era de noche, ya que las noches en el llano eran muy oscuras, y más en esas noches que no había presencia de la luna llena.

 En una de esas noches, Laureano conducía por el campo a bordo de su viejo jeep,  después de revisar parte de la cerca de su fundo,  fue atrapado por una tormenta, lo que más temía, y no le gustaba mucho, una fortísima tormenta. La lluvia caía a raudales. Ya que su vehículo no tenía una capota, con que cubrirse, Laureano comenzó a buscar un lugar para refugiarse.


Pero en el primer lugar que divisó, ni siquiera bajó la velocidad, y siguió de largo. Era una vieja casucha de barro con techo de palma desierta, y probablemente se encontraba tan seca por dentro como un desierto. 

 Pero  Laureano  no  se  sentía a gusto  cuando veía esa casucha, por varias razones una por estar muy sola y la otra por lo que le había escuchado hablar a los demás moradores de la zona, él estaba convencido que aquel lugar estaba encantado, ya que creía que practicaban actos de hechicería, ahí no iba a detenerse para guarecerse de la tormenta.

Unos cuantos kilómetros más adelante, llegó a una vieja casa que todavía mantenía los rasgos de lo que había sido en un tiempo atrás, era  una iglesia abandonada que se erguía sola en un amplio espacio libre de arboles en los alrededores. No se había utilizado desde la década delos treinta, de eso hacía muchos pero muchos años.

 Todos los cristales de las ventanas habían desaparecido, pero todavía conservaba ciertas partes del techo intactas. Así que Laureano saltó de su Jeep y corrió al interior de la edificación.

Estaba tan oscuro como una cueva dentro de una montaña. Laureano buscó a tientas hasta encontrar una banca y se sentó. El lugar le pareció cómodo y estaba seco y hasta algo cálido, tal y como lo había pensado que sería, se sintió agradecido, así que extendió sus piernas y se relajó.

De  repente  un  gran  estruendoso trueno  acompañado  de un relámpago que iluminó el interior de la estancia, y Laureano vio que  no era el único en aquella iglesia.

 Había gente en casi todos los asientos. Todos mantenían la cabeza inclinada hacia delante como concentrados con sus plegarias, y estaban vestidos completamente de blanco.


 Tienen que ser fantasmas vestidos con sus sudarios,  pensó Laureano.  Deben de haber venido de algún lugar cercano para secarse y escampar de la lluvia

Laureano se levantó de un salto y corrió por el pasillo tan rápido como le fue posible, pero al acercarse a la puerta de salida se encuentra con una mujer alta y muy apuesta,  le cerró la puerta, pero esta por la parte de adentro no tenía picaporte.

-¡Dios mío! Pensó Laureano y le dijo a la mujer que no había visto hasta ese momento.

-¡Por qué la cerraste, no ves ahora estamos atrapados, y no podremos salir, estamos encerrados.

-¡tu si, yo no! –dijo la mujer.

Y salió a través de la puerta y desapareció.

 

 

JIC

 

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